La barbarie y el abuso de poder demostrado por los antidisturbios en Valencia el 20/2, no admite, desde mi punto de vista, justificación alguna. Estamos hablando de estudiantes, algunos menores de edad, manifestándose por su derecho a recibir una educación pública de calidad. Si había agitadores infiltrados, las fuerzas de orden público tienen que tener suficiente criterio y experiencia para identificarlos, aislarlos y detenerlos. La bofetada a este chico me duele como si se la hubieran dado a mi hijo. Es intolerable y dice mucho del miedo de ciertos responsables políticos a las movilizaciones ciudadanas. No lo permitamos.
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