. 1. No hago huelga porque económicamente no me lo puedo permitir.
No puedo permitirme que me descuenten cien euros, entendedlo. Yo y toda
mi familia pasamos tanta hambre que el sueldo de un día nos resulta mucho más
imprescindible que plantarnos ante una pérdida de derechos histórica; el sueldo
de un día es más importante que exigir que nuestros propios alumnos no se vean
hacinados en grupos de más de cuarenta; que no puedan ir a la universidad
porque sus familias no puedan pagar una subida astronómica de tasas; más
importante que se cercenen nuestros derechos laborales como empleados públicos
o que se despida a 40.000 profesores COMPAÑEROS NUESTROS.
2. No hago huelga porque las huelgas no sirven para nada.
Las huelgas no sirven para nada, porque como todos sabemos la huelga
educativa de 1987 jamás existió. Nunca, a consecuencia de esta huelga, dimitió
un Ministro de Educación ni se retiró un proyecto de Estatuto Docente del Profesorado.
Todos los derechos de que disfrutamos actualmente nos los echó por la chimenea
Santa Claus, esto es un hecho.
3. No hago huelga porque yo estoy a favor de otro modelo de huelga.
No hago esta huelga pese a que es una huelga histórica, general para
todas las etapas educativas desde infantil a la universidad en todos los
rincones del estado, porque yo prefiero una huelga a la japonesa, o no firmar
actas, o no hacer exámenes, o una huelga indefinida… pero que nadie se entere de que todas estas cosas son compatibles con un éxito de convocatoria de la huelga del día 22 de mayo o
mejor, que nadie sepa que si cualquier día de estos convocasen alguno de esos modelos de huelga tampoco estaría de acuerdo con
ellos, sino con otro modelo distinto que se me ocurriría de forma repentina. Mejor
colaboro en hacer fracasar esta convocatoria y en dejar pasar una oportunidad
única para asegurarme de que no se convoca ninguna movilización más. Esta es mi
sublime estrategia para luchar por mis derechos, los de mis compañeros y los de
mis alumnos presentes y futuros.
4. Tengo derecho a no hacer huelga.
Tengo derecho a ir a trabajar un día de huelga y voy a ejercerlo. El
curso que viene más de 40.000 de mis propios compañeros no tendrán derecho a trabajar ningún
día porque serán despedidos, o como se dice ahora “no contratados”. Mis
compañeros o yo mismo puede que también lo seamos cuando perdamos el estatus de funcionario docente o puede que no cobremos una buena parte de nuestro sueldo si enfermamos, pero A MÍ ME DA IGUAL. Lo prioritario para mí es defender mi
derecho a trabajar el único día de huelga que se protesta contra todo esto.
5. Quien me llame esquirol no es un demócrata.
Yo tengo derecho a reventar una huelga, a no secundar una acción
colectiva que defiende los derechos de todos, y que convocan de forma unitaria
todos los colectivos sindicales docentes, de padres, madres y alumnos. También
tengo, faltaría más, derecho a beneficiarme de todo lo que consigan con ella, aunque yo
no participe. Lo contrario sería discriminación. Además tengo derecho a que
nadie me considere un esquirol aunque lo sea.
La libertad de expresión de los que quieran decir en voz alta que ser un
esquirol es ser insolidario, rastrero, egoísta y miserable es incompatible con
la democracia. La libertad de expresión sólo es para aquellos que sentados en
la sala de profesores nos dedicamos a decir que las huelgas no sirven
para nada, que no vamos a secundarlas porque no nos lo podemos permitir o
que a nosotros no nos afectan, aunque nada de eso sea cierto.
"Judas
Iscariote fue un gentelman en comparación con un esquirol. Al traicionar a su
maestro no le faltó el valor para ahorcarse. Y el esquirol no lo tiene". Jack London.